Con las afganas: El pasado 20 de diciembre supimos que se le impedía el acceso a las universidades públicas y privadas a las mujeres afganas.
Desde que el gobierno Talibán impusiera una dictadura en 2021, las mujeres afganas han visto cómo sus derechos iban reduciéndose hasta acabar invisibilizadas. A pesar de que se prometió que podrían conservar sus derechos a estudiar y trabajar, desde agosto del año pasado, las adolescentes no tienen acceso a la educación secundaria y hace unos días se las expulsó definitivamente de la educación al echarlas de las universidades.
Además, las funcionarias han sido excluidas de los empleos públicos y se las insta al aislamiento en sus casas. Actualmente no se permite a las mujeres ejercer ningún trabajo salvo el relacionado con el sector sanitario. Sin embargo, no pueden trabajar para organizaciones no gubernamentales como una ONG o agencias internacionales.
Afganistán depende mayoritariamente de la ayuda humanitaria y expulsar a las mujeres de sus puestos sanitarios de las organizaciones no gubernamentales supondría la reducción de esta ayuda en más de la mitad, además de que resultaría prácticamente imposible que las mujeres recibieran atención sanitaria, ya que solo pueden ser atendidas por otras mujeres.
Desde FEMEN exigimos que se denuncien estos hechos internacionalmente y que se pare con este acoso y limitación de derechos contra las afganas. No se puede condenar a la mitad de las mujeres a morir recluidas en sus casas.
La situación en Afganistán y los países vecinos nos advierte de lo vulnerables que son los derechos que adquirimos, de lo fácil que es relegarnos a un segundo plano y excluirnos socialmente cuando las dictaduras llegan al poder. Es importante mantenernos unidas y seguir luchando no solo por adquirir los derechos fundamentales que nos corresponden, sino también por mantener los que logramos.