Las madres de alquiler son un negocio millonario que se aprovecha de la pobreza de las mujeres ucranianas desde hace años. Se calcula que cada año hay 2.500 nacimientos derivados de esta comercialización sosteniendo una gran industria.
Ucrania se ha convertido en el país preferido por las parejas, en su mayoría heterosexuales y blancas, que deciden pagar por un bebé. En la primavera de 2021 cientos de bebés de madres de alquiler ucranianas quedaron atrapados en Kiev a causa de las restricciones. Atrapados en la frontera como mera mercancía en una aduana que los pagadores esperaban recoger.
El coste de esta práctica en Ucrania es un 50% menor que en Estados Unidos y más laxa su legislación. Han convertido a Ucrania en el país con mayor tasa de explotación reproductiva de Europa.
A las mujeres les pagan13.000 euros, una cantidad equivalente en Ucrania al salario de cinco años.
A día de hoy en el contexto de guerra que enfrentan las ucranianas ser madre de alquiler y caer en manos de esta industria es un peligro que se suma a su lista.
Se ha llegado a obligar a muchas a quedarse en Ucrania en medio de los ataques para entregar al bebé. Dado que dar a luz en otro país que no es el de origen de la madre supondría muchos problemas para las empresas y quienes pagabn. Según la legislación de los países vecinos, una madre legal es siempre la mujer que dio a luz.
Se estima que 500 mujeres están embarazadas por contratos de explotación reproductiva para extranjeros. Esos partos serán complicados y en muchos casos la atención médica será deficiente, poniendo en peligro su vida y la de los propios bebés, como ya pasó durante el Covid.
Comprar bebés y explotar a una mujer no puede ser una actividad legal bajo ningún concepto o falsa premisa de libertad. El deseo no gesta derecho. Ser padre o madre no es un derecho, lxs menores no son mercancía, las mujeres tampoco.
Las mujeres ucranianas no son una incubadora.
