Según la ONU el 39% de los hombres españoles ha pagado por mantener relaciones sexuales en algún momento. España es el país con mayor demanda de prostitución en Europa, el tercero a nivel mundial. Así como de los principales destinos del tráfico de mujeres y de los puntos de tránsito dentro de las redes de explotación.
Para ejemplificar la situación podemos citar el caso de la Comunidad Valenciana donde 1 de cada 5 hombres han reconocido haber pagado por prostitución. También en esta región se concentran más de 1700 pisos y 164 locales destinados a esta actividad.
La prostitución es una de las mayores expresiones de desigualdad de género, situando a la mujer como objeto en lugar de sujeto. Perpetuando la idea de que el cuerpo de las mujeres puede ser mercantilizado y consumido. La máxima demostración de la crueldad del sistema patriarcal y capitalista.
A día de hoy el estigma pesa sobre las mujeres explotadas sexualmente y no sobre aquellos hombres que abusan de su privilegio social y de su poder económico y simbólico para pagar por sexo. En esa transacción no se parte de una posición de igualdad, la mujer está en una situación de discriminación muchas veces doble, triple…
El pasado diciembre el gobierno presentó una propuesta de ley para terminar con la trata y explotación sexual. Este modelo de ley se asemeja al que se ha aplicado en otros países como Suecia o Francia, partiendo de una premisa donde no se criminalice a la mujer sino al comprador en una realidad donde entre el 80 y el 90% de las mujeres en prostitución son víctimas de explotación. También la nueva Ley de Libertad Sexual recoge penas y sanciones para aquellas personas que exploten sexualmente a otras.
Desde Femen recordamos la importancia de llegar a un marco legislativo abolicionista para acabar con la explotación sexual sin lanzar a las prostitutas a la precariedad, escuchando las demandas y necesidades de esas mujeres para garantizar recursos fuera de la industria sexual. Siempre contra el estigma impuesto a las mujeres y su criminalización, desde una perspectiva abolicionista alejada de la moralidad, consciente y feminista.
Foto: Aldara Zarraoa