Seis veranos después, el grito del «solo sí es sí» se hizo norma con la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Pero ha bastado poco más de un mes para que la maquinaria patriarcal se haya puesto a funcionar con la misión de desacreditar y amedrentar esta iniciativa feminista.
Tras la primera sentencia del caso de La Manada en abril de 2018, el feminismo lideró la mayor reacción social contra el poder el poder judicial en España, tanto, que conseguimos abrir una grieta hacia el cambio: el Gobierno del PP se mostró favorable a modificar el C.P. para adecuarlo al pacto de Estado contra la violencia de género. Había consenso político y social: lo que pasó en San Fermín de 2016 en un portal de Pamplona no fue abuso, fue violación. El T.S nos dio la razón.
En marzo de 2019, se puso en marcha el primer curso de formación obligatoria en perspectiva de género para jueces. Sin embargo, según datos del CGPJ, hoy por hoy solo lo han completado una cuarta parte de ellos. Por esto, y por mucho más, la Justicia española sigue siendo patriarcal. Sí, sigue habiendo jueces machistas.
La ley «solo sí es sí» no cambia las penas, cambia el esquema colocando el consentimiento en el centro.Deja de existir el tipo delictivo del abuso sexual para abarcarlo todo en el de agresión sexual, que lo será siempre que, con o sin violencia, se produzca una conducta sexual no consentida. En función de la gravedad, se amplía la horquilla de penas para modularlas caso por caso. El supuesto aluvión de rebajas de condenas a violadores se desmonta con datos como que la Audiencia Provincial de La Rioja ha revisado ya más de 50 sentencias y no ha bajado ninguna pena.
Ayer, La Fiscalía General del Estado rechazaba reducir las condenas a los agresores sexuales cuyas penas estén dentro de la horquilla prevista para ese delito por la nueva norma.
Desde FEMEN España queremos insistir en que esta ley es una victoria de las feministas y que su texto responde a nuestras reclamaciones. Ahora el consentimiento es ley.Tampoco que vuelvan a amedrentarnos con discursos basados en el miedo que buscan coartar nuestra vida y libertad.Falla la interpretación, no la ley.