“Ahora soy mujer y tengo más poder”- Lo dice un hombre que hace apenas unas semanas alardeaba en TikTok de mentir a las mujeres con las que se acuesta asegurándoles ser estéril para así no tener que usar preservativo, dicho de otro modo, lo dice un hombre sin vergüenza de reconocer públicamente que comete agresiones sexuales de forma impune y recurrente. El mismo que en 2019 fue acusado por su exnovia de maltrato y violación y que no dudó en defenderse normalizando la violencia porque, sí, él la habría empujado durante alguna discusión, pero, “como en todas las parejas”.
Con este historial a las espaldas, en FEMEN nos preguntamos: ¿no es suficiente privilegio para Naim Darrechi ser un hombre blanco heterosexual en una sociedad patriarcal?, ¿no le basta a este veinteañero con tener una comunidad de más de 28 millones de seguidores en TikTok aplaudiendo sus “hazañas”?, ¿acaso para él no es poder de sobra ocupar una posición que le permite agredir física y sexualmente a las mujeres con las que se relaciona de manera sistemática y hasta anunciarlo sin consecuencias?
Según el bromea haciéndose llamar “Alejandra” y describiéndose en Instagram como “compositora”, en España la ley “desventaja a los hombres” con lo que, de poder elegir, él escoge ser mujer porque, atención, nosotras tenemos “más derechos”. ¿A qué se refiere exactamente Darrechi?, ¿derecho a ser violadas?, ¿a que nos peguen palizas?, ¿o quizás habla del derecho a ser asesinadas por ser mujeres?
Más allá de los datos falsos que el tiktoker ha lanzado sobre una ley trans que todavía no es una realidad en España y de que ya haya reconocido que esto lo dijo como «experimento social», desde FEMEN queremos advertir del peligro que supone que un personaje con el foco mediático de este difunda discursos de odio que atentan directamente contra las mujeres y el colectivo LGTBIQ+.
No es libertad de expresión. No es mera “fanfarronería”, como alegó la magistrada que desestimó la querella que interpuso contra él el Govern balear a principios de año. No es irrelevante. Nosotras lo tenemos claro: es violencia y es delito. No vale con ignorarlo o con banalizar su mensaje, debemos contraargumentar y enfrentarlo.